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viernes, 14 de febrero de 2014

Davide

Antes de conocer a Dios en la Universal mi vida estaba destruida. A los 12 años comencé a descubrir en mí cosas que no eran normales para un niño. Era triste, lloraba mucho y sin motivo. En la escuela siempre sonreía, pero cuando estaba solo, las lágrimas corrían por mi rostro. Entonces comencé a escuchar música pesada black metal, era ese el tipo de música que me “tranquilizaba” en los momentos de soledad. Pasado algún tiempo, descubrí que esas músicas tenían una fuerte conexión con el satanismo, siendo así, decidí por mí mismo ser un seguidor de Satanás.
Crecía con ese tipo de pensamiento, y día a día en mi mente aumentaban las ideas ligadas al satanismo. Mi pelo era largo y me vestía siempre de negro. Tenía pocos amigos iguales a mí y decidí escribir canciones que hablaban contra las iglesias. Cuando cantaba, mi voz parecía la de un espíritu maligno. Cortaba mis manos para ver correr sangre, después la bebía y la pasaba también por los ojos y por la medalla satánica que llevaba en mi cuello. Me transformaba completamente.
Fumaba y tomaba mucho con mis amigos. Mi familia estaba siendo destruida por mi causa. Mi madre sufría mucho. Fue entonces que mi madre decidió luchar por mí en la Universal, pues no aceptaba esa situación y se indignó contra el mal que actuaba en mí. Recuerdo que le decía: “Nadie va a cambiarme, yo soy así, ¡y así seré siempre!” Pero en su interior había una certeza de que yo cambiaría y me convertiría.
Después de mucha perseverancia y de lanzarse en la Hoguera Santa de Israel, ¡mi madre obtuvo la respuesta y yo cambié! Mis pensamientos fueron cambiando y abandoné esa vida de tinieblas. Hoy soy una nueva persona, fui liberado de los vicios, de las malas compañías, de la atracción por el mal, de la depresión, de la tristeza y del satanismo.
¡Mi mente y mis actitudes cambiaron completamente y mi familia hoy es una bendición!
Davide

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